03 enero, 2008

Dejo que la Luna me ilumine. (2da parte de "Llegan los recuerdos y yo los ecribo...")

Mientras tanto dejo que la Luna siga iluminando mis recuerdos. Recuerdo que te gustaba esconderte de mí, lo hacías siempre, hubo una vez en especial; salías del agua, nunca te gustó secarte y yo siempre he pensado que la seda blanca en tu cuerpo mojado es algo sublime; apenas sentiste mi presencia corriste por las columnas del cuidadosamente tallado marfil, pisando el oro del templo, mi templo que, como todo el reino carecía de dueño cunado tú aparecías. Ya tenía unos instantes buscándote, siguiendo tu travieso juego, finalmente te encontré, corriste para que no te agarrase, pero en eso aún te superaba, te tomé de la mano y te besé como si no lo hubiera hecho en siglos, como siempre te he besado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

besado en sueños... uno de esos sueños que son espantosamente reales.

abrazos

Gio

Zaratustra dijo...

Que los dioses de tu templo, antes de morir, logren mostrarte el camino hacia el recuerdo o el sueño que deseas revivir.