31 diciembre, 2007

Llegan los recuerdos y yo los escribo...

Tu mirar y tu cara cambiaron totalmente cuando ante tus ojos se posó mi imagen, cubierto de la sangre derramada en la batalla que recién terminó; las lágrimas salieron de tus ojos sin el permiso que nunca pidieron; el cabello te chorreaba la sangre de los contrincantes, desde ese momento fue rojo, la sangre nunca fue fácil de lavar; la matanza siempre fue una actividad que nos gustó. Aún se escuchaban los ruidos típicos de la batalla, era imposible no oírlos detrás de las finas paredes de la tienda de campaña, cuando comenzaste a despojarme de esa armadura, la que tanto me protege de todo ataque menos de tu seducción, ambos nos preguntamos cómo podíamos pensar en algo así en un momento como éste, ambos respondimos que no había mal momento para expresar tal pasión. Poco a poco comenzaste a sacar el tan trabajado oro que me guarda, manchado en sangre, manchado en tierra, manchado en la batalla. Siempre disfrutaste des-protegerme, nunca supiste que ante ti estoy completamente des-protegido, totalmente vulnerable. Comenzaste a quitar mis ropas, lo único que separaba nuestras pieles de encontrarse, aveces pienso, o me gusta pensar que el amor entre ellas no tiene nada que ver con el amor entre nosotros. Finalmente estábamos desprovistos de cualquier limitante, de cualquier barrera, de cualquier ropa. Nuestros cuerpos seguían mancados, no de la sangre, estábamos manchados no de la lucha, sino del esfuerzo de no acabar con todo, de disfrutar de tal diversión...
y comenzamos el único acto que nos gusta más que la batalla.

La luna ilumina mis recuerdos tal como lo hizo con nuestros actos esa noche, una vez más complice de una pasión eterna, una pasión Divina. Podría decir que no hubo mayor placer, podría decir que no hubo mayor alegría, pero eso sería discriminar el resto de nuestros encuentros, desde el primero hasta el último, al máximo de las percepciones; quizá eso fue lo que nos acabó, tal vez fueron los des-encuentros, o quizá simplemente algo así no debía existir, quizá tal imagen fue sólo un sueño, yo me niego a creerlo.

03:27 de la madrugada.

Vuelo por mi ventana y llego a una nube,
salgo volando por este mundo,
me pierdo en la eternidad para poder buscarte,
te busco entre mis sueños,
te busco entre mis realidades,
te busco en todas partes,
en todas partes te encuentro.
Me gusta espiarte,
montarme en una nube y besarte,
lamerte con mis ojos,
saborear el aire que te rodea,
casi sentir que dibujo tus labios con los dedos,
mis ojos son mis espías en esta travesía,
los que guardan tu figura,
los que permiten que juegue con tus encantos.
Inhalo y casi huelo tu feminidad.
Sigo volando entre las nubes,
perdido dentro de mi eternidad,
elevo mi cabeza y te puedo ver,
acabo de posarme en tu ventana,
estás dormida, de mí no te percatas.
Tal imagen carece de maldad,
tal imagen carece de bondad.
Abro mis ojos, miro con asombro, la pared de mi sala.

28 diciembre, 2007

Con tan sólo una mirada...

Sólo una mirada alcanzó,
sólo el roce de nuestros ojos;
recuerdo exactamente el momento,
tus rojos cabellos besándote los pómulos,
tus labios pintados bordeando tu sonrisa tan femenina,
tus ojos con ese dibujado borde negro.
Estabas a unos cuantos metros de mí,
pero pude ver tus ámbar pupilas contraerse;
sabía que sentías lo mismo.
Dejé que te acercaras, sin que esa fuese tu intención.
Todo esto es nuevo para mí,
pero captaste mi atención enseguida.
Poco a poco fui haciendo,
lo que hace la Gloria de la Mañana en las rejas,
lo hacía en tu aroma,
en tu imagen,
en ese bouquet que dejas en mi mente.
Vine con la iniciativa de ponerle fin a esto,
esto que nunca ha empezado;
pero quebré el muro,
poco a poco desbordo la represa;
corro a tus brazos y empujo nuestros labios,
tu sorpresa es mía;
pensé que primero llegaría el fin del mundo, pero,
con desenfreno te voy quitando la ropa,
no me importa el anillo que llevo en el anular izquierdo,
no me importa lo que puedan pensar,
tampoco lo que yo piense después,
porque en estos momentos,
mi esposo es lo último que me importa.

23 diciembre, 2007

Relato de mis aventras

Acostada estás, y tu cuerpo forma la explanada de mis aventuras,
tu busto y tus muslos los montes de mi adicción.
El sol sale y me deslumbra y me encandila;
ahora yaces sobre mí, afanada en tus acciones,
como fuesen lo último que harás,
tus últimos movimientos.
Nuestras alas no están,
nuestros escudos y armaduras sólo estorbarían.

Podrías estar sólo sobre mi cuerpo,
sin hacer nada,
tus pezones de fresa sobre mi pecho,
tu vientre sobre el mío,
o simplemente con tu cara en mi seno,
con una mano en mi cara;
no habría nada más sublime,
ni todos los rosados nacimientos del rosado dios,
ni todas sus rojas muertes.

Me has visto morir tantas veces,
me has matado tantas otras...

El sol sale otra vez entre la explanada de mis aventuras,
pero esta vez te veo tan inalcanzable, tan lejana,
estiro la mano para tocarte, para agarrarte, para acercarte,
sólo encuentro la desolación,
solo una ilusión,
sólo un recuerdo,
sólo la añoranza de un amor que nunca acabó.

Algo

Estoy hecho de madera y metal,
De goma y piedra,
He cargado diamantes y pedruscos, perlas y arena,
He sido carguero y transporte,
He sido destruido, reconstruido,
Pero he seguido andando.
Hace mucho tiempo ya que fui construido,
Hace mucho tiempo ya que el astillero donde nací fue destruido,
Y nadie lo reconstruyó,
Porque nadie lo destruyó.
He navegado por ríos y mares, lagos y estanques,
He visto pasar las estaciones, inundaciones y sequías.
He acariciado el agua y ella a mí tantas veces,
Que ya no sé si ella sigue ahí o si sólo la siento por la costumbre de sentirla.
Hice posible la vida de muchas personas,
Pero por mí murieron tantas otras,
Desde este mismo muelle vi pasar la vida de las personas, una tras otra.
Vi los amores de las jóvenes personas… tantos besos, cuántas caricias…
Me iluminó la luna, cómplice de tantas travesuras, me bañó con su tierna penumbra.
Vi crecer a esta ciudad desde que era sólo un caserío,
La alimenté con mis aventuras.
He arrastrado tantas veces la vida,
He halado tantas veces este peso,
He navegado tantas veces en contra de este río, en contra de la marea,
Me han castigado tantas veces por eso,
He sido tantas veces la víctima de eso que llaman el ímpetu del hombre,
He victimizado tantas veces al hombre con mi ímpetu,
He sido tantas veces reconstruido que no sé si estos recuerdos son míos,
O son de lo que fui una vez.

El vacío del Alma

Esperándolo estoy,
Como quién espera al verdugo,
que a pesar de venir a hacernos un favor,
lo esperamos con los ojos llenos de sangre,
con esa sensación de ira reventando al sien,
o en la piel , la que te abraza y te desgarra.
No es la vida la que se desploma,
no es la esencia, esa es infinita,
no es la rabia la que te come,
y la sangre no hierve de ira,
es ese abismo en el seno,
esa nada que nos ahoga el corazón.
Y esperándolo sigo,
pero el vacío del alma no me llega aún,
a pesar de que lo siento no me llega.

Regalé la Luna

Hace algún tiempo ya, que regalé la luna,mi luna.
La luna que quise compartir con algunas, pero que ninguna quiso recibirla.
La regalé porque se iba a morir, mi luna.
Entiendan por favor que no quise nunca deshacerme de ella,
porque la regalé para que no muriera, mi luna.
Con la luna pasé todo lo que puede pasar un poeta,
todo lo que puede pasar un enamorado,
todo lo que puede pasar un despechado con ella, la luna.
Ya no la puedo llamar mi luna porque la regalé.
Por favor vean que cuide de la luna, que no la deje morir,
la luna es la portadora de eso bizarro que tanto anhelamos y no comprendemos,
ni sabemos qué es realmente, a lo que llamamos "alegría".
Cada uno de nosotros posee una luna,
algunos la llaman de otra manera,
para esos ella guarda otras cosas,
para otros simplemente no existe.
Ahora hay alguien con dos lunas,
sin la luna no sé cuánto pueda sobrevivir.
No quiero que me devuelvan la luna,
conmigo ella podría morir, la luna.
No sé si con ella vaya a sobrevivir por mucho tiempo,
a ella se la di porque sufre de los mismos males que yo,
y porque como la luna porta mi alegría quizá a ella la ayude a sobrevivir.
En la luna están grabados todos mis recuerdos,
yo regalé la luna porque la alegría que ha pasado...
...muchas veces, al vacío del alma, me hace sucumbir.

Una noche en la lejanía de mis recuerdos

Me mirabas con cierta desconfianza, con los ojos entrecerrados; los tenías de un no tan usual color azul no muy claro; los labios echados para un lado, y el ceño muy fruncido, como intentando averiguar qué pensaba yo. A pesar de tener esa expresión, no podías ocultar lo que en realidad sentías.
Nuestros labios chocaban y destellaban chispas de una pasión que decía que ese momento nunca acabaría; nuestros cuerpos estaban tan juntos que parecían uno; nuestras desnudas pieles fundidas estaban en el sudor frío del amor, tu cabello parecía hacerse más abundante, me arropaba el pecho y la cara, me encendía en fiebre. No recuerdo si habían sábanas, de haber sido así, se deben haber quemado por el roce de nuestros ya indefinidos cuerpos, por el calor de esa energía, encendida gracias al furioso sentimiento lleno de inocencia.
Nos mirábamos con malicia sin saber lo que vendría, entrelazando nuestros dedos, entrelazando nuestros pensamientos, adivinando cada uno lo que el otro quería. El mundo se podría acabar en ese momento, pero a nosotros no nos afectaría; la vida, era imposible que se acabara, porque en ese momento le estábamos dando significado.
Estábamos encerrados en nuestro mundo, hecho de fantasías vueltas verdades, no nos importó si era de día o si era de noche, o si la Tierra se movía, todo lo importante era que sabíamos que estábamos destinados a ese momento, destinados a descargar toda esa infinita energía.
El aire poseía un único olor producido por nuestros alientos confundidos, respiraciones profundas era lo único que se oía; en realidad no se si era nuestra respiración, porque otra cosa parecía...
Recuerdo que había música puesta, recuerdo que estaba muy cerca, pero estábamos tan concentrados en nosotros, que ni eso nos interrumpía, nuestras piernas enredadas prendidas en fuego estaban. Tus manos explorando mi espalda o mi cara me hacían sentir más grande de lo que ya me sentía por estar así contigo, ya me sentía.
Éramos Dioses, no había nada imposible para nosotros, todo lo lograríamos, no importaba qué se opondría. Mi corazón estaba a punto de estallar, pero con el tuyo tan cercano, nada le podía suceder.
La Luna, que no ha dejado de ser nuestra, nos miraba y se reía, recordaba todas las pasiones que ha visto, y se enteraba de que ninguna siquiera se parecía, nos arropaba bajo su velo de armonía. No hacía ni frío ni calor, no era ni de noche ni de día.
Como locos le gritábamos al mundo lo que sentíamos, sin importar las consecuencias, nos embriagamos de nosotros, estábamos borrachos de alegría, pensando que ese momento no llegaría nunca a su final.
El tiempo se había detenido.
Podíamos disfrutarnos por toda la eternidad, porque eso, nunca se acabaría.

Refugio

Aquí he construido una casa que intenta protegerme
de las cosas del mundo exterior que intenta
protegerme de ti; lo primero lo logra sin esfuerzos
lo segundo lo intenta sin llegarlo a cumplir.
En mi casa guardo mis tesoros, casi todo lo
que siento por ti. Afuera están los demonios,
de lo que sería una vida sin ti, una vida sin
vivir. En el jardín enterré algunas angustias,
de las que puedo prescindir, a su lado sepulté
algunos recuerdos, los que me hacen sufrir.
Marchitos y sin cuidar están mis antiguos amores;
todos los olvidé por mi nueva esperanza,
que florece y es como la luna,
mengua y crece por ti.

Voy caminando por mi refugio,
caminando con un puñal en mi corazón;
un recuerdo que no he sepultado,
que me dice que eres el amor de mi vida,
pero yo sólo otra conquista para ti.

Ahora el recuerdo de ti, vuelve a dañarme,
nubla mi mente y deliro por ti; me recuesto en
mi cama tratando de dormir, para olvidar tu cara,
el recuerdo de tus ojos, el aroma de tu piel,
la sensación de tus labios y el arrullo de tu voz,
que no me deja dormir.

Ojos quebrados y secos quieren llover,
pero no asoman ni una gota, se secaron
después de que te fuiste por fin.
Dedos que se caen pedazos por escribir
y escribir sin nunca interrumpir,
para que nunca su escritura, por ti se vaya a corregir.

En mi delirio me hice una sombra de ti,
que hace lo que mi corazón necesita,
y en vano tu recuerdo intenta suprimir.
No sé cuando me cansaré de esperarte,
pero sé que nunca lo haré de amarte.

En tus manos soy una masa moldeable,
que se adapta a lo que tú quieras sentir conmigo.
Has hecho rizos, me has hecho ir y venir.
Luego los has hecho lisos, y como m has hecho sufrir.

Vaciando estoy mi cerebro, tratando y tratando,
tu recuerdo suprimir; alargando cada vez más estos versos,
que no tienen principio ni fin,
que se confunden unos con otros,
como en el mar lo hace un delfín.

Sin encontrar ya alboroto, y perdiendo mi razón para escribir,
Escribiendo como un loco,
haciendo versos de mucho sentir,
pero que mucho sentido no logran conseguir,
pero veo este pensamiento y lo logro escribir:
“Te amé y no sé si aun te amo,
pero intento dejar de hacerlo,
no importa todo lo que tenga que sufrir.”

¿Imaginario?

Te puedo decir; que te miro sin que te des cuenta,
a pesar de que me has descubierto tantas veces;
que recorro con mi mano tu rostro, y tu silueta,
y que tu piel no se da cuenta, porque creo que no lo hago;
que junto nuestros labios y como siempre la vida explota,
se intercambia el flujo de nuestra energía,
y comienza alguna galaxia en la lejanía,
y nuestras bocas hacen el amor ¡Ahora sí te diste cuenta!
Que vuelvo a ver pasar la vida mía,
por todo eso que das, y me haces sentir, amiga mía;
que el pino y el eucalipto liberan su aroma,
por eso siento tu cercanía;
que cada día pienso más en ti,
que cada día te apoderas más de mí,
y que eso no agobia la vida mía,
porque tu rostro y tu silueta me van hechizando,
cada vez que te miro sin que te des cuenta.

El momento de mi muerte

Me miras ignorando que te veo, me ves y no a la vez.
Te veo y tan sublime imagen sólo puede ser un sueño.
Miro el agua escribiendo la poesía sobre tu cuerpo,
las gotas escurriendo de tu cabello como lluvia desde el cielo,
tu piel cubierta sólo por agua brilla cuan si fuera de cristal,
el agua lamiendo tus pezones de fresa, tu vientre de Diosa,
mojando tu cuerpo en poesía.

Éste tiene que ser el momento de mi muerte,
porque deliro como si estuviese envenenado,
envenenado por tus ojos acuosos,
por tu piel cristalina, por tu cabello de seda,
por tus pezones de fresa, por tu vientre de Diosa.

Me miras ignorando que te veo, me ves y no a la vez.
Y tu bella imagen roza mis ojos,
dejándolos ver lo que está prohibido.
Saboreo tu piel con la mirada,
y un caliente correntazo estremece mi ser.

Éste tiene que ser el momento de mi muerte;
porque tales sensaciones de deleite, sólo las puede tener quien ha llegado al cielo;
porque deliro como si estuviese envenenado,
envenenado por labios de miel,
por tus pómulos de terciopelo,
por tu seno de fuego y tus muslos de atardecer.

pasas la mirada sobre mi ser,
sin darte cuenta de que te admiro.
Pasas la mirada sobre mi ser,
sin darte cuenta de que me ves,
y yo comienzo a creer que le momento de mi muerte,
acaba de terminar.

Alguien más en mis zapatos

He estado en tantos lugares,
y con tantas personas; he visto tantos amaneceres,
y también atardeceres; tantos ríos y mares, cielos
y tierras; nubes y estrellas; días y noches;
he vivído tantas realidades,
y he realizado tantas fantasías;
he muerto muchas veces, y matado muchas más.
Aproveché mis oportunidades,
y robé las de otros;
mentí sólo por no decir la verdad;
aprendí a amar, aprendí a odiar;
dejé en el olvido y olvidé a las mujeres que me amaron;
aprendí a que me odiaran y a ser odiado;
pero fue después de ti que aprendí a saborear lo que es lo amargo, lo duro que es todo esto;
aprendí a sentir las desgracias, a ser desgraciado;
aprendí a ver lo gris que puede ponerse el cielo;
y lo pesado que se pone el caminar.
Porque fuiste tú quien me enseñó quién soy;
es que fue atravez de ti que me vi a mí.

Purgatorio personal

Estoy caminando por un mundo sin sentido…
Donde ni el Sol ni la Luna aparecen;
la infinita noche es tan caliente, que me infecta de una sudorosa fiebre;
a pesar de que no hay luna, ni una estrella brilla en el profundo cielo.
Voy caminando, y siento como se apodera de mí una tremebunda niebla
que me hace bajar la cabeza y romper a llorar.
Los ríos son muy raquíticos, parecen lágrimas que nunca llegan a su destino,
se devuelven y se secan.
El mar, por otra parte, no mueve ni una ola a pesar de que la brisa, está soplando caliente como una llama que me toca la cara, con toda su furia.
Voy caminando con los pies desnudos, y el piso está minado con pequeñas piedras, tan pequeñas que los desgarran,
voy caminando sin rumbo fijo, sin lugar a donde llegar, ni motivo por qué caminar.
Los árboles que están cerca de los ríos, están sin moverse; todos grises, carecen de color, carecen de vida; tiesos a pesar de que ahora la brisa empeoró.
Voy caminando; creo que aún tengo una esperanza,
no sé de que, pero creo que la descubriré.
Entré a los árboles buscando señales de vida,
buscando en vano, ni un grillo, ni una lechuza,
tampoco una ranita que me avise que viene la lluvia, todo está muerto.
Al caminar entre los grises árboles,
me doy cuenta de que alguien ya estuvo por aquí antes,
porque comienzo a encontrarme con palabras talladas en algunos de ellos,
la primera es “ESPERANZA”,
luego veo “TRISTEZA”,
después “LOCURA” y continúo leyendo,
y continúo identificándome con ellos, la siguiente palabra era “DESOLACIÓN”,
para luego encontrar “MUERTE”.
Miro hacia el cielo y me doy cuenta de que se puso de un rojo muy oscuro, demasiado oscuro diría yo, pero sigue siendo de noche.
Continúo con mi travesía, porque no me he cansado, a pesar de lo mucho que he caminado, y vuelvo a ver otra inscripción “ESPERANZA”,
para luego darme cuenta de quien estuvo antes por aquí,
leo otra inscripción, un nombre; me di cuenta de que esa persona he sido yo,
y decido a grabar otra palabra “ILUSIÓN”, y sigo con mi eterno caminar.
Termino de salir del bosque de los árboles grises y del eterno silencio, para darme cuenta de que al mar volví a parar, y entendí por fin mis escrituras,
y entendí por fin cuál es mi esperanza,
por qué la tristeza de este lugar,
la locura a la que me ha conducido,
lo desolado y lo muerto que está todo esto,
y vuelvo a sentir esperanza porque me doy cuenta de que ese nombre es el tuyo,
y siento como se apodera de mí la ilusión de que tu recuerdo me sacará de todo esto,
y sigo caminando, en mi marcha de nunca acabar por este lugar que no parece lugar. Voy caminando por esta pesadilla, voy caminando sin sentido, sin poder parar, sin lugar a donde llegar, pero con la renovada esperanza
de que algún día me encontrarás viviendo esta pesadilla,
y con el nuevo deseo de que la vivas conmigo,
el deseo de que estés enterrada en mi pesadilla,
la pesadilla que comenzaste tú.

Nuestra Luna

…Y miro la luna, que ahora es nuestra,
Y aprieto mi pecho, para así evitar, mi corazón escapar.
Por envidia a la luna no se muestra…
…Nuestra estrella que quiero mirar.
Apenas han pasado dos días desde que te pude abrazar,
Pero ya siento que mi corazón va a estallar,
Por este amor que no se te puede dar.

…Y miro la luna, que ahora es nuestra,
Y trato de al suelo, mi cuerpo fijar,
Que por tus encantos, está apunto de levitar.
Lejos, muy lejos, el horizonte puedo mirar,
Y que tú también estás lejos, me hace recordar.

…Y miro la luna, que ahora es nuestra,
Y cuenta me doy, de que todos mis intentos, están por fallar,
Mi corazón ya está por escapar,
Y mi cuerpo, apunto de levitar.
Todo mi ser contigo fue a parar,
Y al mundo de los sueños, acabo de entrar.

Cuento de hadas negro

Hoy nuestra luna está entristecida,
y se esconde detrás de las nubes,
intentando en vano ocultar su desgarrado llanto.
Las lágrimas brotan por la perdida de su amada hija,
rosa escarlata que apasionaba mi vida,
dormida está para siempre en un lecho de amarga oscuridad,
soñando entre el bosque de hielo, para siempre también está.
Los cristales de hielo me han dado a ver ilusiones,
como nuestra luna, en vano intentan, ocultar mi última esperanza,
alimañas y otros seres que interrumpen mi camino.
Este helado bosque crea nuevos lugares,
crea nuevas ilusiones, como yo, tiene una meta,
y no se cansa de intentar, la mía borrar.
Sigue echando sus esfuerzos al vacío.
En ciertos momentos me canso de mi travesía,
pero vuelvo, a mi escarlata rosa, recordar,
eso no hace menos que abrirme el paso y darme energías,
pero ¿cómo no lo haría?, si ella es mi alegría, mi soplo de vida.
ahora nuestra luna ha dejado de llorar,
y comenzó a mi camino alumbrar,
se dio cuenta de mi causa, y me decidió apoyar.
Finalmente llegué al lecho de la amarga oscuridad,
recordando también que, vendado,
fui yo quien la puso en ese lugar.
Tomo mi rosa, la hija de nuestra luna, y la logro despertar.
ahora en vano yo actúo, ella de este mal no se quiere librar,
y este héroe a la fuerza se la quiere llevar,
pero luego de mucho intentar y luchar...
al lado de nuestra luna, a llorar también, fui a parar.